El tren de pasajeros… “Vida en la estación”
Ocurría allá por los años de la década del treinta… a las once y treinta, el que llegaba de Córdoba… una hora después, el que procedía de Rosario. La estación cobraba vida inusitadamente con agitadas actividades, en los pocos minutos durante los cuales se detenían los trenes frente a ella: Bajaban y subían pasajeros, los consabidos saludos a quienes llegaban y/o partían. El personal ferroviario, cada uno en su rol, cumplía tareas diversas: recibían encomiendas y pequeñas cargas que bajaban del vagón correspondiente, despachaban las que habían recibido de parte de los habitantes de Ballesteros; otros se ocupaban de revisar los tacos del freno y cualquier otra actividad que demandara la situación.
Los carteros entregaban la correspondencia y receptaban la que llegaba, la de última hora podía ser despachada en el coche postal del Correo. El diarero pregonaba los títulos sobresalientes del día, el vendedor de lotería hacía lo propio ofreciendo los distintos billetes… el de pescado descendía con su canasta cargada con mercadería del río Paraná, procedía del Mercado de Rosario. En fin… un verdadero mercado persa en miniatura. El agente de la Policía controlaba atento. El guarda, reloj en mano y el silbato preparado, aguardaba la orden de partida que el Jefe de la Estación daba con el tañido de la campana. Ésta estaba suspendida de una cadena frente al reloj sobre la pared que daba al andén.
De inmediato sonaba el silbato y con el banderín verde el guarda daba vía libre y el tren partía.
Se desparramaba la concurrencia… el andén quedaba desierto. Sólo quedaban los más ansiosos, entre ellos algunos niños, cuando en sus casas esperaban alguna encomienda o correspondencia; los mayores, suscriptores de distintos diarios… todos se dirigían hacia el viejo Correo situado en Avenida San Martín y callejón Libertad.
A las 22:30 llegaba el nocturno desde Córdoba… el espectáculo tenía otras motivaciones. En invierno sólo concurrían quienes esperaban algún pasajero. En cálidas noches de primavera o verano se poblaba el andén, convertido en un paseo dentro de las pocas distracciones de un tiempo distinto. Sucesos de Ballesteros… en su etapa embrionaria.
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